Comienza la cuaresma y se prolongará hasta el inicio de la Semana Santa. Los cristianos se reúnen en la iglesia y en el transcurso de la celebración el sacerdote pone en la frente una señal de ceniza. Esta ceniza se obtiene al quemar los ramos que fueron bendecidos el año anterior en el Domingo de Ramos.
En la tradición bíblica la ceniza expresa conversión y penitencia. Antiguamente los judíos y otros pueblos del Oriente Próximo acostumbraban a cubrirse de cenizas cuando hacían algún sacrificio (Daniel 9,3) (Lc 10,13). La ceniza es también signo de la caducidad de la vida y de la vanidad de los hombres (Isaías 44,20).
En los primeros siglos de la Iglesia las personas que querían recibir el Sacramento de la Penitencia el Jueves Santo se ponían ceniza en la cabeza. El rito de la ceniza tal y como lo conocemos ahora empezó a usarse en la Iglesia hacía el siglo XI. Este rito hoy nos recuerda nuestra fragilidad y nuestra condición de pecadores y es una llamada para cambiar de vida y ser mejores; por eso el sacerdote además de la señal de ceniza añade estas palabras: "Conviértete y creé en el evangelio".
No hay comentarios:
Publicar un comentario