En tiempos de Jesús había que ir a buscar agua a los pozos, generalmente era un trabajo de mujeres. El pozo era también un lugar de encuentro y de descanso.
Llegando a la ciudad de Sicar en Samaría se encuentra el pozo de Jacob. Allí se sienta Jesús cansado del camino y se encuentra con una mujer samaritana. Jesús la pide de beber y la mujer duda y se extraña de la petición de Jesús. Jesús le dice:”Si conocieras el don de Dios y quién es él que te pide de beber, tu le pedirías agua viva” (Jn 4,10).
La Samaritana reconoce a Jesús como el Mesías Salvador y comprende que Jesús es la fuente de una vida nueva “Pero el que beba del agua que yo le dé, no volverá a tener más sed, sino que el agua que yo le de se convertirá en él en fuente de agua viva que brota para la vida eterna” (Jn 4,14)
El agua simboliza la fuerza de la vida. El libro del Génesis nos muestra como Dios fue creando el agua de la lluvia, los manantiales, los ríos y los mares. El agua también simboliza la fuerza del Espíritu que renueva por dentro al que es bautizado.
Cristo y la Samaritana de Carlo Maratta.
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