Salto tras salto, aparentemente cada uno a su ritmo, construyendo la historia del mundo que gira y gira armónicamente. Podemos saltar más despacio o más deprisa, pero lo importante es saltar correctamente, no cansarse, seguir intentándolo. Porque en realidad todos giramos al mismo ritmo que marca la ley del Universo. Saltamos y avanzamos hacia lo infinito, allí, donde el Padre nos espera con los brazos abiertos
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