No me mueve, mi Dios para quererte,
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello de ofenderte.
Tu me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera
(Anónimo español del siglo XVI)
Cristo de los Espejos
Talla barroca de 1754
José Zazo y Mayo
Colegiata de Santa María. Talavera de la Reina (Toledo)
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