Existe una historia que cuenta que las herramientas de una carpintería decidieron elegir entre todas a un presidente, pero tenían dudas y no se ponían de acuerdo porque solo se fijaban en los defectos y se descalificaban unos a otros. Hasta que el serrucho se dio cuenta, que el carpintero usándolos a todos conseguía hacer unos muebles preciosos. Terminaron comprendiendo que todos eran importantes porque cada uno tenía una cualidad.
Esta historia nos recuerda que cada uno de nosotros tiene virtudes que puede compartir con los demás para el bien común.
En la Iglesia, un obispo no es menos que el Papa, o el Papa más que un sacerdote o cualquier católico. Todos son importantes y todos tienen una misión que cumplir. (Marco)